El rey de Francia Luis IX (conocido a la postre como San Luis) llevaba un estilo de vida que seguía rigurosamente los preceptos de la Iglesia católica. Entre ellos, cumplía el calendario establecido por la liturgia para poder mantener relaciones conyugales con su esposa, que reducía los días aptos en tal sentido a menos de un centenar cada año.
Eso sí, cuando podía no perdía el tiempo y tuvo once hijos, aunque para ello hubo de superar un obstáculo añadido y más terrenal: su madre Blanca de Castilla. Tan presente estuvo la progenitora hasta su muerte en 1252 en los actos cotidianos del rey que en la corte en algunos sentidos llegó a parecer que no reinaba Luis IX sino su madre. Para hacer uso del matrimonio (algo que hacía a cualquier hora del día) el monarca se citaba furtivamente con su esposa Margarita de Provenza huyendo de la vigilancia de la reina madre. Frecuentemente se encontraban en unas escaleras cercanas a los aposentos reales (en aquella época dormían en habitaciones distintas) y los criados tenían que avisarles golpeando las puertas si Blanca de Castilla rondaba cerca.
Fuente: Historia y Vida
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