
Así surgieron en España los tunos, inicialmente conocidos como los sopistas, quienes animaban cantando el ambiente de tabernas y posadas a cambio de lo que los clientes quisieran echarles en una escudilla que siempre portaban consigo. Generalmente llenaban sus cuencos con una mezcla de las sobras de todos los comensales, un conglomerado alimenticio sin un sabor concreto, lo que se denominó la sopa boba.
Como muchos estudiantes se dieron a la vida licenciosa mucho más que a la académica, y ésta se alargaba frecuentemente durante más de una década viviendo prácticamnte de la caridad, se generalizó la creencia de que los univesitarios eran tipos vagos y perezosos que vivían de los demás, o lo que es lo mismo, de la sopa boba.