
Michel de Nostredamme, más conocido por la latinización de su apellido Nostradamus, ha despertado una gran expectación a lo largo de cinco siglos por la interpretación de sus cuartetos proféticos recogidos en las
Centurias en su etapa adulta. Pero ya antes, en su juventud, según diveros historiadores, dejó claras muestras de clarividencia adivinatoria en la etapa en que trabajó como médico ambulante tras su paso por la Universidad. Para el doctor Les Prince de la Universidad de Birmingham destacaron dos hechos en la juventud de Nostradamus que dieron fe de esta capacidad.
Un día, mientras se trasladaba de un pueblo a otro para atender a sus pacientes, Nostradamus se encontró con un humilde monje en el camino. Entonces, se bajó del caballo y se arrodilló ante el paso del clérigo, para asombro de éste. Varias décadas después ese frailecillo sería elegido Papa con el nombre de Sixto V.

En otra ocasión, Nostradamus tuvo que hacer noche en una casa ajena. Sabedor de la fama adivinatoria del médico, el anfitrión decidió ponerle a prueba. Tenía dos cerdos, uno negro y otro blanco, y le preguntó cuál de ellos cenarían esa noche. Nostradamus le respondió que el negro, porque al blanco se lo iba a comer un lobo. Entonces, el anfitrión, intentando dejar en evidencia a Nostradamus, ordenó sacrificar al cerdo blanco para servirlo en la cena. Poco después, un lobo se coló en las propiedades del anfitrión y devoró el cadáver del cerdo blanco antes de que epmpezaran a cocinarlo, con lo que Nostradamus demostró tener razón, pues no les quedó más remedio que comerse al otro cerdo.