Eva Perón, en los primeros años de los cincuenta, se encontraba muy débil por el cáncer de útero que sufría (y que acabaría costándole la muerte). No obstante no dejó de asistir a los diferentes actos públicos de mayor relevancia que le marcaba su agenda, a los que acudía con un abrigo de visón del que se desprendía poco. Algunos se extrañaban de que Evita continuara con el abrigo puesto en momentos en los que hacía demasiado calor para llevarlo, pero había una razón para ello. La mujer de Perón tenía un alto concepto de la importancia de la estética, tanto era así que, carcomida por la enfermedad llevaba un palo en la espalda para poder mantenerse erguida, que ocultaba con el abrigo.
1 comentario:
Madre mía... solo falta que me digas que, al igual que el Cid, salió alguna vez al balcón cuando ya había muerto. ¡Que extravagancias!
Por cierto, perdona por la corrección, pero yo creo que la expresión "le costó la muerte" es incorrecta en este caso, porque si no seguiría viva. Creo que lo que querías decir es que "le costó la vida". Si pagas con la muerte, sigues viviendo. Si pagas con la vida, te piras pal otro barrio.
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