A Sócrates le gustaba acudir a las asambleas en las que los ciudadanos de Atenas departían acerca de las cuestiones que afectaban a la polis. En una de estas asambleas, el filósofo tenía grandes discrepancias con uno de los ciudadanos, con el que mantuvo una larga discusión. Ese ciudadano se hartó de la capacidad retórica de Sócrates, se levantó de su asiento y le pegó una patada. Ante la agresión la respuesta del filósofo fue no inmutarse ni responder al agresor. Una vez que terminó la asamblea un amigo de Sócrates le preguntó que por qué no le había reprendido ni se había enfadado, a lo que respondió:
"Si un burro me da una coz, ¿tú crees que le voy a llevar a juicio?"
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