El rey Gustavo III de Suecia vislumbró una teoría adelantada a su época: que la cafeína y la teína pueden ser perjudiciales para la salud, aunque se excedió en las que pensaba que eran sus consecuencias. Sostenía que la ingesta cotidiana de estas infusiones era mortal de necesidad para el ser humano. Por ello, en la década de 1780 conmutó la pena de muerte en un cadalso de un asesino y de otro delincuente por la pena capital a través de infusiones, es decir, les ordenó beber café y té todos los días, respectivamente, y reunió a un equipo de médicos y para que siguiera la evolución de la salud de los dos reos, que creía que morirían en no mucho tiempo por beber diariamente café y té. Este extravagante experimento no tuvo el resultado que esperaba Gustavo III, pues los presos sobrevivieron al monarca (que murió en 1792) y a los médicos que les observaban.
1 comentario:
No se que dirían hoy las asociaciones por los derechos de los presos...Por mi "Ojalá que llueva café" que para mi es un placer. Un reportaje de callejeros o algún programa así demostró que ingeridas en grandes cantidades la cafeína produce adicción, pero una taza o dos al día no creo que vaya a traernos problemas de salud ni nada de eso! Larga vida al otro oro negro...
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