Hans Christian Andersen era un admirador declarado de Víctor Hugo. En uno de los viajes que el escritor danés realizó a París aprovechó para pedirle un autógrafo a su ídolo. Éste tenía un carácter muy desconfiado, por lo que cuando Andersen se le acercó para pedirle su rúbrica le contestó de mala manera: "
¿Para qué quiere usted mi firma?", pues sentía un gran temor a ser estafado, en este caso utilizando su firma para endosarle un pagaré falsificado o un documento que le reconociera como deudor. Andersen no se tomo mal esta respuesta y le sugirió que firmara el autógrafo en la esquina superior derecha del papel, para que no pudiera ser utilizado como documento. A Víctor Hugo le gustó esta precaución y le firmó el autógrafo a su admirador.
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