
En el año 840, Luis I tenía ya una salud precaria. Se había trasladado a su palacio de verano de Ingelheim am Rhein cuando sucedió un fenómeno astral que entonces despertaba pavor a los hombres. Una noche el emperador contemplaba el firmamento desde su lecho cuando se percató de que le faltaba un satélite: había eclipse lunar. Cuenta la tradición que Luis I murió esa noche tras ver el eclipse, probablemente de un infarto.
1 comentario:
Interesante.
Y aún hoy, la luna y su escondite sigue surtiendo efectos cuasi parecidos.
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