sábado, 9 de agosto de 2008

El impuesto de la orina

El Imperio romano necesitaba numerosos ingresos para poder hacer frente al caro mantenimiento de sus legiones en todos los confines de sus vastos dominios. Por ello, varios emperadores no dudaron en gravar cualquier aspecto que se les ocurría para que siguieran llegando sestercios a las arcas públicas.

Así, Nerón decretó el "vectigal urinae", el impuesto de la orina, que establecía unas tasas para los artesanos que utilizaban esta excreción humana de sus ciudadanos (que depositaban sus micciones en unas bacinillas que posteriormente vaciaban en una letrinas públicas) para curtir las telas.

Unos años más tarde, el emperador Vespasiano decidió volver a implantar este gravamen urinario ante el asombro de su hijo Tito (el futuro emperador), que, asombrado por una medida así con una sustancia excrementicia, recriminó a su padre la decisión. Pero Vespasiano cogió monedas de las primeras recaudaciones por el uso del pis y se los dió a oler a Tito dicéndole: "¿Te parece que esto huele mal?". Ante la negativa de Tito el emperador sentenció: "Pues esto es el producto de la orina".

Fuentes: National Geographic Historia / UNED

viernes, 8 de agosto de 2008

Y el desayuno se quedó más que frío

A pesar de las derrotas anteriores, que habían provocado su confinamiento en Elba, Napoleón Bonaparte no había perdido ni un ápice de su soberbia imperial cuando el 16 de junio de 1815 dispuso sus filas frente a los contingentes británicos y holandeses dirigidos por el Duque de Wellington en los campos belgas cercanos a Waterloo.

Con una ligera superioridad numérica sobre los británicos y creyendo que éstos no recibirían refuerzos por una supuesta retirada de los prusianos del Mariscal Blücher. Napoleón miró fríamente las tropas enemigas del "duque de hierro" y dijo a sus comandantes que les derrotarían "antes de que se enfríe mi desayuno".

Pero Napoleón se equivocaba. Después de esperar un par de horas a que se secara el campo de batalla mojado por el rocío matinal (algo común en la época cuando se era superior en artillería que se hacía para que las balas de cañón rebotaran con mayor facilidad y no se clavaran en el suelo) lanzó a sus tropas contra los ingleses intentando tomar un pequeño chateaux que había entre ambos combatientes. Los franceses se encontraron con mucha más resistencia de la que esperaban de modo que en dos días no pudieron tratar de lanzar el que se supondría que sería su ataque final , pero el 18 de junio se encontraron con las tropas prusianas de Blücher (que no habían huido como pensaba Napoleón) atancándoles por el flanco derecho y con las tropas de élite francesas rechazadas por la infantería inglesa. Wellington vio su oportunidad y lanzó a sus tropas contra los franceses, que comenzaron a escapar para salvar la vida.

Tras dos días de batalla, a Napoleón se le quedó el desayuno más que frío.

(Post a petición de Mapoto)