jueves, 27 de marzo de 2008

Gladiador imperial

El emperador romano Cómodo compartía la afición de muchos de sus predecesores por el espectáculo circense. No obstante, como también hizo en otros aspectos de su vida, fue más allá que otros emperadores y decidió llevar esta afición al extremo. Durante su mandato, desatendió buena parte de las labores de gobierno para entrenarse igual que los gladiadores y luchó como uno de ellos en muchos combates en el Coliseo. Pero, obviamente, Cómodo no era un gladiador más pues ganó todos sus enfrentamientos con aparente facilidad (a ver quién era el guapo que vencía al emperador ante miles de testigos).

Se llegó a creer legendario por sus victorias cobre la arena. De hecho, se hizo llamar vencedor de gladiadores, pero, en contra de los que pensaba, sus hazañas circenses en lugar de otorgarle un aura mística le causaron el descrédito ante su pueblo, pues los romanos consideraron impropio que Cómodo rebajara la dignidad imperial realizando un trabajo destinado casi en exclusiva a los esclavos.

A tal punto llegó su pasión por los gladiadores que tenía planeado desfilar por las calles de Roma el día de año nuevo del año 193 semidesnudo y portando armas y equipamiento de gladiador, olvidándose de los atuendos tradicionales del emperador. Cómodo no pudo lucirse como había pensado pues en la Nochevieja del año 192 fue asesinado en su lecho por orden de Marcia, su concubina.

miércoles, 26 de marzo de 2008

El canto del gallo

En uno de sus paseos diarios Sócrates se encontró con un músico que era conocido en Atenas por sus escasas cualidades interpretativas. EL filósofo, muy aficonado a la ironía, le saludó. "¡Hola gallo!". El músico, extrañado por el apelativo en boca del pensador, le contestó extrañado. "¿Gallo? ¿Por qué me llamas gallo?". Ante la pregunta del artista Sócrates respondió con sorna. "Porque cuando suena tu música todos se levantan".


Fuente: Historia y Vida

martes, 25 de marzo de 2008

El chaval que se coló en la Plaza Roja


El 28 de mayo de 1987 un joven alemán dejó anonadado al planeta entero al colarse sin más en la que durante la Guerra Fría fue la ciudad más hermética del mundo. Mathias Rust, de 19 años, se fue hasta Helsinki, desde donde, con su avioneta Cessna 172, voló más de 800 kilómetros hasta aterrizar en el puente Moskovoretski, junto a la iglesia de San Basilio, en la Plaza Roja de Moscú, el protegidísimo corazón de la Unión Soviética. Según unas declaraciones del propio Rust en 2007 al diario ruso Moskovski Komsomolets la clave de su alocada hazaña estuvo en el vuelo bajo. ""Decidí volar a 600 metros de altura para que pudieran detectarme claramente los radares", aseguró, "pensé que un avión visible despertaría menos sospechas, pensarían que el aparato perdió el rumbo". Y la CIA llevaba décadas sin saber cómo traspasar las barreras defensivas del Kremlin.

Una vez que tomó tierra en la Plaza Roja se sirvió de un joven ruso que hablaba inglés para decir a los sorprendidos testigos del aterrizaje que había llegado para entregar a Gorbachov un mensaje pidiéndole que retomara las conversaciones de desarme con Estados Unidos.

Tan impensable era que pudiera pasar algo así que en un principio los servicios de seguridad moscovitas creían que se trataba del rodeje de una película. Sin embargo, al poco rato Mathias Rust fue arrestado por agentes del KGB quienes le ingresaron en la prisión de Lefortovo, en la que pasó 432 días como pago a su intrépida ocurrencia.

lunes, 24 de marzo de 2008

Una tregua carnal

En el verano de 1187, Enrique II, rey de Inglaterra, envió a su hijo Ricardo Corazón de León a negociar la paz con Felipe Augusto de Francia. Algunos cronistas de la época dicen que tal fue el entendimiento entre el príncipe y el soberano que firmaron una tregua entre ambas naciones con una tórrida relación carnal, con la fortaleza de Chinon como escenario del romance. Quienes se encontraban en la fortaleza durante la estancia de Ricardo Corazón de León cuentan que no se separaba ni un instante del rey francés, como Rogerio de Hoveden, quien afirmó "que comían todos los días a la misma mesa, en el mismo plato y, durante las noches, el lecho no los separaba". Probablemente nunca hubo una paz tan íntimamente sellada.

viernes, 21 de marzo de 2008

Los primeros derechos para los indios

Aunque muchos autores la describen como una mujer fría y severa, Isabel I de Castilla (la Católica) tuvo algunos gestos en materia social que se adelantaban a su época. Entre ellos destaca el último, pues fue la primera monarca que reconoció derechos a los indígenas de las tierras descubiertas y conquistadas (era la primera vez que ocurrió algo semejante con los indios a pesar de que muchos se lo atribuyen a Bartlomé de las Casas 20 años más tarde y al documento de Francisco de Vitoria de medio siglo después). Poco antes de morir, en 1506, Isabel la Católica ordenó redactar un códice jurídico para tratar el asunto. En él se recoge la disposición de la reina de que "pongan mucha diligencia y no consientan y den lugar a que los indios, vecinos y moradores en las Indias y tierra firme, ganadas y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas y en sus bienes; más mando que sean justamente tratados. Y si algún agravio recibieran, lo remienden". Entre otras cosas, esta orden provocó que muchos indios que habían sido esclavizados por los primeros conquistadores fueran puestos en libertad.

jueves, 20 de marzo de 2008

Hipopótamos regicidas

Desde la Antigüedad los monarcas y la aristocracia siempre han mostrado una gran afición por la caza, especialmente en la actividad cinegética con piezas de gran tamaño. El primer faraón del antiguo Egipto, Narmer, que reinó alrededor del año 3.000 a.C y que pasó a la Historia por desviar el cauce del Nilo para construir Menfis, murió arrollado por un hipopótamo en una cacería, según los relatos del cronista griego Heródoto y posteriormente del romano Julio Africano. No fue el único caso de muerte prematura de un faraón por culpa de estas bestias. En el año 2975 a.C, Aha, el sucesor de Narmer, falleció por las heridas que le causó uno de estos paquidermos mientras intentaba darle caza.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Pecata minuta en el Vaticano

Durante la Edad Media proliferaron ciertos usos y abusos por parte de los Papas que hoy en día al menos harían llevarse las manos a la cabeza a buena parte de los eclesiásticos, pero en aquel entonces suponían poca cosa para la imagen del Santo Padre. El Papa Benedicto IX, que fue Sumo Pontífice de manera intermitente entre 1032 y 1044, accedió al cargo con sólo 14 años y en su mandato tuvieron más peso las hormonas de la pubertad que los dogmas católicos. Así, se entregó a todo tipo de placeres carnales con individuos de ambos sexos, celebrando fiestas y orgías en las que premiaba a los más guapos (en ocasiones hasta con títulos eclesiásticos, como ya hiciera cien años antes Juan XII, quien nombraba obispos a jóvenes guapos y musculosos "que se portaban bien" con él). Tanto se dejó llevar por sus hormonas que en una ocasión renunció al Papado (aunque se aseguró el cobro del diezmo de toda Inglaterra) por irse con uno de sus amantes, pero después éste le convenció para que aspirara a recuperar el cargo, lo que se convirtió en el objetivo del resto de su vida. No obstante, cuando tuvo la oportunidad de volver a ser Papa, decidió rechazarlo y retirarse en un convento, probablemente cansado de sus excesos anteriores.

martes, 18 de marzo de 2008

Un rey timado

Carlos II de España (conocido como El Hechizado), último monarca de los Austrias, no destacó nunca precisamente por su inteligencia y lucidez, si bien sí lo hizo por la mala suerte de padecer todo tipo de enfermedades. Por ejemplo, a los tres años aún era incapaz de andar, los huesos de su cráneo no se habían cerrado y seguía mamando (en esto último quizá fue algo más espabilado, pues estuvo cuatro años lactando de 14 comadronas distintas). A su infancia difícil por sus enfermedades y su aspecto físico se añadió la falta de apoyo de su padre, Felipe IV, quien, avergonzado de su hijo, llegó a prohibir que se le mostrara en público.

Estos factores contribuyeron a que Carlos II desarrollara una personalidad frágil y cándida marcada por una profunda obsesión por cuidar su maltrecha salud con todos los medios existentes en la época. Tal fue así que hubo quien se aprovechó muy lucrativamente de la ingenuidad del Rey. En la botica de palacio no faltaban nunca astas de unicornio (cuernos de cualquier animal que le vendían como si fueran las del animal legendario) o las pezuñas de la Gran bestia, que eran las uñas de las patas traseras de los alces, a las que se atribuían propiedades curativas si se frotaban en la espalda del paciente.

Ante el potencial del monarca para ser estafado acudieron timadores de todo rango y condicón, de modo que incluso la Iglesia intentó sacar tajada. Fray Froilán Díaz, confesor real, y fray Tomás de Rocabertí, inquisidor general, convencieron a Carlos II en 1698 de que estaba poseído por el maligno, quien había provocado en su cuerpo todos losmales de su vida. El rey se dejó engatusar y lo pusieron en manos de un exorcista asturiano, quien determinó que lo habían hechizado cuando tenía 14 años, pues alguien había disuelto en un vaso de chocolate que se tomó sesos y riñones de un hombre muerto, con el objetivo de que el rey se quedara esteril y enfermara con facilidad. Carlos II tomó el diagnóstico como válido y se sometió a numerosas sesiones de exorcismo bastante costosas para ver si expulsaban al maligno de su cuerpo. Sólo se dio cuenta del timo tras gastarse una buena suma y cuando ya no tenía remedio, pues se encontraba postrado y gravemente efermo en su lecho de muerte sin que las prácticas de los exorcistas hubiesen valido para nada.
Fuente: Muy Historia

lunes, 17 de marzo de 2008

A la guerra por una oreja

España e Inglaterra entraron en guerra el 19 de octubre de 1739 por las rivalidades comerciales de ambas potencias en América, algo que llevaba siendo motivo de conflicto para sus ejércitos desde hacía más de 200 años. No obstante, pese a la causa comercial de la contienda, este conflicto pasó a la posteridad como la Guerra de Jenkins, por una lección ejemplar que un capitán español quiso darle a un británico que, a su juicio, se estaba pasando de la raya.

Robert Jenkins era un contrabandista que capitaneba la nave Rebecca en el Caribe. Én 1731, un galeón español de labores de guardacostas bajo el mando de Julio León Fandiño descubrió el barco de Jenkins en plena faena y lo abordó capturando a su tripulación. Para dar ejemplo, Fandiño le cortó una oreja a Jenkins y le dijo: "Ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve". Ese mismo año Jenkins presentó una queja formal por lo sucedido a Jorge II de Inglaterra, aunque el monarca no le hizo mucho caso porque en ese momento no le interesaba aumentar las hostilidades con España.

Siete años más tarde, en un contexto en el que los intereses comerciales de ambos países eran ya incompatibles, Jenkins volvió con su historia de la pérdida de la oreja, esta vez realizando una actuación casi teatral ante la Cámara de los Comunes enseñando a los presentes la oreja que le habían estipado (que obviamente no era la suya, pues ésta se quedó en una picota en el Caribe) y exagerando los detalles. Esta declaración fue calando poco a poco en la sociedad británica hasta que se tomó como una afrenta nacional y survió como excusa/detonante para declarar la guerra.

Una infidelidad bien llevada

Carlos I de Lorena, duque de Guisa y par de Francia, era un hombre más que comprensivo con las caprichosas aventuras amorosas de su mujer. Según el historiador Carlos Fisas, el duque de Guisa sabía que su esposa consumaba el matrimonio fuera de él con otro cortesano y lo tenía asumido. Más tarde se enteró de que tenía un segundo amante y se acercó como si nada al primero y le dijo: "Querido amigo, creo que mi mujer nos engaña"

viernes, 14 de marzo de 2008

Las primeras guerras biológicas

Aunque generalmente se atribuye el inicio de la guerra con armas biológicas a la Primera Guerra Mundial, lo cierto es que mucho antes los ejércitos se habían percatado del poder de los microorganismos para debilitar a las tropas enemigas.

Por ejemplo, durante el asedio tártaro a Kaffa (Ucrania) entre 1346 y 1349, los genoveses que resistían en el interior de los muros de la ciudad vieron horrorizados cómo sus enemigos comenzaron a emplear las catapultas para lanzarles cadáveres de muertos por la peste bubónica. Los tártaros lograron su objetivo y los sitiados claudicaron por la epidemia que se extendió entre los resistentes. Pero no calcularon los efectos de esta táctica y se puede decir que se les fue un poco de las manos. Algunos de los genoveses que les oponían resistencia lograron subirse a sus barcos y regresar a casa, pero ya estaban infectados por la peste bubónica, por lo que, al llegar a Génova, contribuyeron a extender una epidemia por Europa Occidental que acabó con dos terceras partes de la población.

Posteriormente se sucedieron otros casos de empleo de la biología como estrategia militar, como cuando en 1424 los lituanos lanzaron cadáveres y excrementos a los austriacos que defendían Carolstein.

El Imperio español no tardó en copiar estas técnicas en el viejo y en el nuevo mundo. Por ejemplo en 1495, en la contienda contra Francia, se dedicaron a distribuir vino contaminado con sangre de leprosos entre las filas enemigas. En América, Francisco Pizarro mandaba como avanzadilla a sus tropas un destacamento de esclavos y soldados rasos que llevaban lanzas con lienzos impregnados de secreciones de enfermos de viruela, con el objetivo de contagiar con esta enfermedad a la población indígena.

Fuentes: Historia y vida, Muy Historia

miércoles, 12 de marzo de 2008

El friquismo de Himmler

Heinrich Himmler, el cruel jefe de las SS nazis, tenía una afición por lo esotérico que hoy califcaríamos como friquismo. Se contagió de una moda de su época por este tipo de doctrinas y trató de crear una hermandad mística de caballeros germanos en las SS, en las que incluso llegó a implantar en rito propio para las bodas de sus miembros, un calendario que celebraba los solsticios al estilo de las creencias paganas de la Antigüedad y una especie de bautizo para los hijos de sus subordinados que llamó imposición de manos.

A tal punto llegó su friquismo por lo esotérico y lo legendario que ordenó reformar el castillo de Wewelsburg con la intención de tener su Camelot particular, en cuyo interior fue guardando los objetos esotéricos extravagantes que iba consiguiendo.

martes, 11 de marzo de 2008

Superatleta, no superhombre

Según los cronistas de la Grecia Clásica, hubo un atleta olímpico que batió todas las marcas de la época y que alcanzó el estatus de mito para sus contemporáneos: Milón de Crotona. En el siglo VI a.C. consiguió ser el vencedor absoluto en seis Olimpiadas consecutivas (24 años en la élite, que ya quisieran muchos deportistas actuales), otras seis en los Juegos Píticos, diez en los Ítsmicos y nueve en los Nemeos.

Las proezas de Milón no se restringían sólo al ambito deportivo, sino que también realizó hazañas sorprendentres en la vida cotidiana, como una vez que se comió un ternero entero sin pausa.

Tal fue su cota de fama que se le comparaba contínuamente con Hércules y Milón acabó creyéndoselo. Según el historiador griego Pausanias, un día Milón salió a pasear por el campo y se encontró con un árbol seco que tenía una abertura en el centro del tronco sujeta por cuñas. Confiado en su fuerza (que él creía sobrehumana) metió las manos en la hendidura para abrirla, con tan mala suerte que se escurrieron las cuñas y la grieta se cerró, dejándole atrapado por las muñecas. Sin poder zafarse del árbol, Milón de Crotona murió esa noche devorado por una manada de lobos (según Pausanias, pues la leyenda popular asegura que fue un león).

lunes, 10 de marzo de 2008

Las tijeras de Malasaña

Manuela Malasaña se ha convertido en uno de los iconos populares de Madrid por su muerte con sólo 15 años en el levantamiento del 2 de mayo de 1808 contra los franceses. Algunos autores afirman, y así versa también la versión popular que le otorga una heroicidad casi mítica, que murió por un disparo de un soldado francés mientras trataba de hacerle llegar munición a su padre que se encontraba luchando contra las tropas napoleónicas en el parque de Monteleón. Otros autores, que muy probablemente estén en lo cierto, señalan que le dispararon porque llevaba unas tijeras de modista, que era de lo que trabajaba. Hay que tener en cuenta que aquel día los franceses abrían fuego contra todo aquel que llevara una herramienta metálica, pues los ciudadanos de Madrid les atacaban con lo que tenían, que generalmente eran útiles laborales como martillos, picos o azadas. Por tanto, lo más seguro es que Manuela Malasaña muriera por portar unas tijeras y no por suministrar munición, tal y como afirma el mito creado sobre su persona.

Fuente: National Geographic

Irónico y terco hasta el final

Sócrates, el padre de la filosofía, se granjeó la admiración de muchos y la enemistad de otros por la inteligente aplicación de la ironía que hacía en sus discursos y su terquedad en el sometimiento absoluto a las leyes de Atenas. Tras ser condenado a muerte (tuvo la posibilidad de exiliarse pero la rechazó por su convicción de acatar las normas) no perdió su mordaz ironía. En el momento de la ejecución, en la que tenía que suicidarse ingiriendo un veneno con cianuro, hizo prometer a los presentes que sacrificarían un gallo a Esculapio, deidad de la medicina, como ofrenda por haber posibilitado el método de su muerte.

jueves, 6 de marzo de 2008

Crónicas de retaguardia

José Latova compró hace 18 años una lata con 32 negativos en “mal estado y deshidratados” que se habían encontrado por casualidad en el desván de una casa antigua de Madrid. Para su sorpresa, al restaurar el material se percató de que se trataba de fotografías tomadas en Madrid entre 1937 y 1939, en plena Guerra Civil. Estos documentos, hasta ahora inéditos, se exhiben en la muestra Crónicas de Retaguardia, en la escuela EFTI, hasta el 31 de marzo.


Instantáneas de la vida cotidiana y de las labores de fabricación armamentística que han estado 70 años ocultas desde que las tomaran dos fotógrafos (cuya identidad aún se desconoce) de UGT y CCOO hasta que José Latova, fotógrafo profesional de reconocido prestigio, las adquiriera por casualidad en 1990 y que han visto la luz en la Escuela de Fotografía EFTI tras una ardua tarea de recuperación de los negativos.

Crónicas de retaguardia no es una simple muestra de fotografía al uso, sino que también supone un importante trabajo de recopilación de documentos históricos, pues los organizadores de la muestra, con Latova al frente, se han encargado además de estudiar los diferentes itinerarios que siguieron los fotógrafos por las distintas zonas de Madrid y los métodos propagandísticos del politburó del bando republicano. Por ejemplo, en las imágenes se pueden apreciar elementos comunes que según Latova los propagandistas pretendían que aparecieran en todas las fotografías, como que "en todas las imágenes en los que la escena transcurre en un despacho, éste siempre está muy limpio y ordenado, suele haber un cartel de propaganda en la pared y se muestran objetos como el teléfono y la máquina de escribir" o que en las escenas de soldados descansando aparece algún que otro perro con ellos "pues si tenían mascotas quería decir que no pasaban tanto hambre como para comérselas".


Fábricas de armamento y los únicos milicianos vascos
Las fotografías han aportado imágenes de aspectos que aún eran desconocidos, pues los dos fotógrafos, al desempeñar una labor oficial para su bando, tenían acceso a lugares prohibidos para los reporteros gráficos. Así pudieron fotografiar las fabricas de armamento (cuya ubicación se camuflaba y protegía para salvarlas de los bombardeos) e incluso talleres de reparación de vehículos militares que se habían instalado en el interior de algunas iglesias cercanas al frente oeste de la capital. Del mismo modo, con estas imágenes se han podido conocer los rostros de la única brigada de milicianos vascos que consiguió romper el cerco franquista para unirse a la defensa de la ciudad.

También muestran, a pesar de su enfoque propagandístico, cómo se tuvo que adaptar la población civil a las condiciones del estado de guerra, como cuando se recataron los carros y la tracción animal después de que el ejército republicano requisara todos los vehículos civiles para el uso militar.

La 'trampa' de Capa
A través del estudio de estos negativos, el equipo de Latova ha descubierto una pequeña 'trampa' que el mítico fotógrafo húngaro Robert Capa hizo para tomar una de sus instantáneas del conflicto español más conocidas. Se trata de la imagen de una niña en el frente de Madrid. "Como hemos podido comprobar en las fotografías, había un muro que indicaba donde empezaba la zona más peligrosa y cercana al frente", asegura Latova, " los civiles no podían traspasarlo, pues sólo tenían acceso al otro lado los militares, por tanto, la niña de la foto de Robert Capa no pudo haber llegado hasta el frente a no ser que él la colocara allí para tomar la imagen".

Extinción cretina


Los hombres de flores, una especie humana que habitó en Indonesia hace 18.000 años, probablemente se extinguieron por cretinos, según una investigación de la Universidad de Melbourne. No obstante, no es que desaparecieran por ser cretinos en el sentido más extendido de la palabra en la actualidad, sino, según el estudio australiano, por padecer cretinismo, es decir, una enfermedad cuyo efecto es un retraso físico y mental por una malformación de la glándula tiroidea. Los científicos piensan que los hombres de flores se volvieron cretinos por comer alguna planta que tuviera cianuro y traspasaran la malformación de generación en generación.

Fuentes: elmundo.es, elpais.com

martes, 4 de marzo de 2008

Un contraataque muy bestia

Tamerlán (caudillo nómada turco y fundador del Imperio Mogol de finales del siglo XIV) no dudaba en recurrir para ganar una batalla a la fuerza más bestia que se le ocurría, literalmente. Uno de sus objetivos desde el principio fue la conquista de la India. Allí se tenían que enfrentar a los temidos elefantes de guerra, un elemento disuasorio para muchos ejércitos de su época. Pero Tamerlán no se amilanó ante estos animales. Se le ocurrió lanzar una estampida de búfalos con cuerdas ardiendo colgadas al lomo (muy enloquecidos) contra los elefantes indios, lo que hizo que éstos dieran media vuelta en mitad del campo de batalla y corrieran en otra estampida por encima de los de su bando.

lunes, 3 de marzo de 2008

La multiplicación de las lanzas

Según lo escrito en el Nuevo Testamento, Jesús realizó un milagro multiplicando peces para alimentar a sus seguidores. Lo que no se escribió en la Biblia es la capacidad que desarrollarían posteriormente los cristianos para multiplicar las existencias de reliquias santas.

Así ocurrió con la supuesta lanza con la que el centurión Longinos atravesó el costado de Jesús para saber si había muerto. Según algunas fuentes de la época, algunos judíos robaron la lanza del arsenal romano y la escondieron. Allí permaneció durante varios siglos hasta que una emperatriz bizantina organizó una excavación en Jerusalén para recuperarla y la llevó a Constantinopla.

Durante la Edad Media proliferaron distintas lanzas sagradas en diversos puntos de Occidente, pues todos los monarcas querían poseerla como justificación de que su poder era divino (lo que también pretendió Hitler en su día).
La multiplicación de las lanzas sagradas terminó con ejemplares de estas armas como tesoros nacionales de Austria, Polonia, Armenia y la leyenda de que en uno de los pilares del Vaticano también se encuentra la famosa lanza.

sábado, 1 de marzo de 2008

Asedio turístico


Tal era la fama de Ambrosio Spínola (general genovés a las ódenes de Felipe IV de España) como estratega militar , especialmente en las labores de ingeniería, que diversos personajes de la época no dudaban en visitar in situ las operacones bélicas que desarollaban sus hombres. En 1624 comandó la fuerza de 18.000 españoles e italianos que puso sitio a la ciudad de Breda (Holanda) y que terminó rindiéndola (como muestra el cuadro de Velázquez, en la imagen). La fama de Spínola se extendía por todo el continente y, a pesar del riesgo que entraña encontrarse en una zona de combate, no faltaron turistas contemplando su técnicas. Así se desplazaron hasta Breda personajes como el rey de Polonia, el duque de Baviera o René Descartes y se realizaron apuestas en toda Europa sobre el día en que caería la ciudad. Fue una atracción turística en las trincheras.
Fuente: National Geographic